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Mensaje  Lucrecia Sáb Mayo 03, 2008 6:04 pm

Resumen del texto “Un nuevo paradigma para la ciencia del tercer milenio” de Miguel Martínez Mígueles (ver http://miguelmartinezm.atspace.com/unnuevoparadigma.html)

I -¿Qué es un paradigma científico?
Un paradigma científico puede definirse como un principio de relaciones fundamentales entre algunas nociones básicas que generan y controlan el pensamiento, es decir, la constitución de teorías y la producción de los discursos de los miembros de una comunidad científica determinada.
El paradigma entonces es un principio rector del conocimiento y de la existencia humana. De aquí nace la intraducibilidad y la incomunicabilidad de los diferentes paradigmas y las dificultades de comprensión entre dos personas ubicadas en paradigmas distintos.
Ahora bien, el conocimiento que se produce en el ámbito de una determinada comunidad o científica o sociedad, se origina por una matriz epistémica, es decir, un modo general de conocer, propio de un determinado período histórico-cultural
La matriz epistémica, por consiguiente, es un sistema de condiciones del pensar, que constituye “el modo de ser”, la cosmovisión, el espíritu de un tiempo histórico, un paradigma científico, que permite investigar la naturaleza de una realidad natural o social.

II- ¿Cuáles han sido las matrices epistémicas en la cultura occidental?

Augusto Comte, padre del positivismo y de la sociología moderna (ver en http://es.wikipedia.org/wiki/Auguste_Comte ) divide las orientaciones epistémicas del pensamiento de la cultura occidental, en tres etapas: teológica, filosófica y científico-positivista.
a) El paradigma Teológico.
El paradigma teológico, tiene en la Religión su núcleo central, se origina en la cosmovisión judía. y se desarrolla con el Cristianismo. Los conceptos de creación y finitud, de un orden cósmico establecido por Dios, de sabiduría y voluntad divinas, revelados en la Biblia e interpretadas por sus representantes, eran los dadores universales de significados. La cultura helénica le proporcionará el formalismo, la sistematicidad y cierto gusto por el experimentalismo.
La visión que se tiene del hombre es la de un ser privilegiado que participa de la filiación divina, y todos los hombres juntos forman una comunidad unida por la fraternidad universal. Esta fraternidad da origen a una ética centrada en el amor que caracteriza a la cultura cristiana.
La teología era la reina de las ciencias, a la cual debían supeditarse las demás disciplinas.

b) El paradigma Filosófico.
A partir del Renacimiento, el punto de apoyo para pensar la realidad va pasando de la religión a la razón, de la teología a la filosofía y a la ciencia. El hombre occidental comienza a aceptar las ideas que concuerdan con su razonamiento y no sólo por la tradición o por exigencias dogmáticas, sean religiosas o de otro tipo.
Se confía en las facultades de la inteligencia humana para descubrir las leyes de la naturaleza mediante la observación y la razón, poniéndose en duda, poco a poco, la gran mayoría de las creencias sostenidas hasta entonces.
A partir del Renacimiento el principio de experimentación y la nueva perspectiva del arte dan inicio a la idea del progreso. Más adelante, en el siglo XVIII la razón moderna llega a todas partes: invade todas las realizaciones intelectuales, científicas, industriales, político-sociales, artísticas e institucionales de Occidente. Este movimiento Iluminista, también llamado la Ilustración, no le reconoce a la religión el poder integrador y dador universal de sentido de las realidades.
En este paradigma, la religión pasa a ser un asunto de opción personal y, su función es la de ayudar, comprender y consolar al hombre en medio de sus dificultades y vaivenes existenciales.
c) El paradigma Científico-Positivista.
Este paradigma sostiene que fuera de nosotros existe una realidad totalmente hecha, acabada y plenamente externa y objetiva, y que nuestra mente debe ser como un espejo que la refleja, como una cámara fotográfica que copia pequeñas imágenes de esa realidad exterior. De esta forma, ser objetivo es copiar bien esa realidad sin deformarla, y la verdad consistiría en la fidelidad de nuestra imagen interna con la realidad que representa.
Llamado también paradigma newtoniano-cartesiano, (porque son Newton y Descartes los que le dan las bases, física y filosófica, respectivamente), se constituyó en el paradigma de la ciencia durante casi tres siglos, pero se radicalizó, sobre todo, durante la segunda parte del siglo XIX y la primera parte del siglo XX, dominando la cultura y formando la sociedad occidental moderna..
La perspectiva positivista tiene una visión mecanicista del universo, del cuerpo humano, de la vida social como una lucha competitiva por la existencia; cree en el progreso material ilimitado, que se alcanza mediante el crecimiento económico y tecnológico. Supuestos que se han visto puestos en tela de juicio y revisados radical.
d) Hacia un nuevo paradigma
Desde las primeras décadas del siglo XX los físicos revisan los conceptos fundamentales de la física; mostrando las ideas positivistas no son sostenibles ni siquiera en la física: (por ej.; Einstein señala que los conceptos de espacio y de tiempo no son absolutos, sino que dependen del observador modificando la física de Newton; Heisen¬berg introduce el principio de indeterminación o de incertidumbre lo que significa que el observador afecta y cambia la realidad que estudia, etc)
En las últimas décadas del siglo XX, el desafío al modelo clásico de ciencia y a su correspondiente paradigma ha ido mucho más lejos. La nueva física y las neurociencias nos ofrecen “hechos desafiantes” que hacen ver que la información entre partículas subatómicas circula de maneras no conformes con las ideas clásicas del principio de causalidad; que, al cambiar una partícula (por ejemplo, su spin o rotación: experimento EPR), modifica instantáneamente a otra a distancia sin señales ordinarias que se propaguen dentro del espacio-tiempo; que esa transferencia de información va a una velocidad supralumínica, incomprensible con los parámetros de la física clásica; que esta información sigue unas coordenadas temporales (hacia atrás y hacia adelante en el tiempo); que el observador no sólo afecta al fenómeno que estudia, sino que en parte también lo crea con su pensamiento al emitir éste unas partículas (los positrones) que interactúan con el objeto; que nada en el Universo está aislado y todo lo que en él “convive” está, de un modo u otro, interconectado mediante un permanente, instantáneo y hasta sincrónico intercambio de información. Éstos y otros muchos hechos no son imaginaciones de “visionarios”, ni hipotéticas elucubraciones teóricas, sino conclusiones de científicos de primer plano, que demuestran sus teorías con centenares de páginas de complejos cálculos matemáticos.
Si todo esto es cierto para la más objetiva de las ciencias, la física, con mayor razón lo será para las ciencias humanas, que llevan en sus entrañas la necesidad de una continua autorreferencia, y donde el hombre es sujeto y objeto de su investigación. El observador no sólo no está aislado del fenómeno que estudia, sino que forma parte de él. El fenómeno lo afecta, y él, a su vez, influencia al fenómeno.

De modo que a las etapas histórica de las matrices epistémicas planteadas por Comte se le debería agregar un nuevo paradigma, el actual, llamado por algunos post-positivista, para el cual la observación no es pura e inmaculada, sino que implica una inserción de lo observado en un marco referencial o fondo, constituido por nuestros valores, intereses, actitudes y creencias, que es el que le daría el sentido que tiene para nosotros. (visión interpretativa-crítica según el programa)




III- ¿Cómo es la visión desde este nuevo paradigma?
La ciencia actual tiene una visión más universal e integradora, que se caracteriza por el diálogo interdisciplinario. Ello se debe a que se considera a la naturaleza como un todo polisistémico que no puede reducirse a sus partes
Es necesario adoptar una metodología interdisciplinaria para poder captar la riqueza de la interacción entre los diferentes subsistemas que estudian las disciplinas particulares. No se trata simplemente de sumar varias disciplinas, agrupando sus esfuerzos para la solución de un determinado problema. La interdisciplinariedad exige respetar la interacción entre los objetos de estudio de las diferentes disciplinas y lograr la integración de sus aportes respectivos en un todo coherente y lógico. Esto implica, para cada disciplina, la revisión, reformulación y redefinición de sus propias estructuras lógicas individuales, que fueron establecidas aislada e independientemente del sistema global con el que interactúan. (enfoque socio-crítico según el programa)
Se podría decir que la mente humana, en su actividad normal y cotidiana, sigue las líneas matrices del nuevo paradigma. En efecto, en toda toma de decisiones, la mente estudia, analiza, compara, evalúa y pondera los pro y los contra, las ventajas y desventajas de cada opción o alternativa, y su decisión es tanto más sabia cuantos más hayan sido los ángulos y perspectivas bajo los cuales haya sido analizado el problema en cuestión. Por consiguiente, la investigación científica con el nuevo paradigma llevaría adelante este proceso natural con un mayor nivel de rigurosidad, sistematicidad y criticidad. Esto es precisamente lo que tratan de hacer las metodologías que adoptan un enfoque hermenéutico, fenomenológico, etnográfico, etc., es decir, un enfoque cualitativo que es, en su esencia, estructural-sistémico

Estamos poco habituados todavía al pensamiento sistémico. Pero nuestra mente no sigue sólo una vía causal, lineal, unidireccional, sino, también, un enfoque modular, dialéctico, gestáltico, interdisciplinario, donde todo afecta e interactúa con todo, donde cada elemento no sólo se define por lo que es o representa en sí mismo, sino, y especialmente, por su red de relaciones con todos los demás.
Por ello, la epistemología actual postula que:
toda observación es relativa al punto de vista del observador (Einstein);
toda observación se hace desde una teoría (Hanson);
toda observación afecta al fenómeno observado (Heisenberg);
no existen hechos, sólo interpretaciones (Nietzsche); o significados (Merleau-Ponty);
ninguna ciencia está capacitada para demostrar científicamente su propia base (Descartes);
ningún sistema matemático puede probar los axiomas en que se basa (Gödel)

Los modelos positivistas mecanicistas quedarían ubicados dentro de este paradigma, del mismo modo que la física newtoniana quedó integrada dentro de la relativista moderna como un caso de ella. Asimismo, la lógica clásica y los axiomas aristotélicos, aunque indispensables para verificar enunciados parciales, darían paso a procesos racionales menos rígidos para enfrentar enunciados complejos o globales.
En definitiva. Se deber enfatizar que la ciencia no alberga ningún absoluto ni ninguna verdad final. Tiene sus comienzos en compromisos con postulados y presupuestos (las matrices epistémicas ya señaladas), los cuales serán modificados en la medida en que nuevos hechos contradigan las consecuencias derivadas de ellos. La ciencia tendrá problemas eternos pero no podrá dar respuestas eternas.

Lucrecia

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